sábado, 23 de marzo de 2019

¿La ruta del Colesterol?



     Esta semana he tenido que ir al médico porque estaba notando que tenía un comportamiento un poco extraño para lo que es habitual a mí. Después de contarle mi problema le pregunté:
     -Doctor, ¿qué padezco?
Me respondió con una sonrisa burlona:
     -Padece... padece... ¡Un ocito! jjjjjjjj
     -¡Doctorrrr!¡Que es un chiste muy viejo!¡Que esto es muy serio! ¿Qué me está pasando?
     -Está bien, le diré: padece S.D.E.
     Aquella respuesta me asustó, porque no sabía qué leñes significaba ¿qué qué??? En cristiano...
     -No se asuste, no es para tanto. Sólo es Síndrome de Diógenes Evolucionado... No es grave; solo le da por recoger basura que otros tiran por el campo y usted la reclica; mientras no vaya a mayores puede estar tranquilo.
    -¿Tiene cura?
   -No, cura es usted. jjjj
Otra vez estaba burlándose de mí. Le hice ver mi malestar, así que recomponiendo su cara (intentaba dejar de sonreir), me dijo que se solucionaba cuando la gente dejara de tirar cosas por ahí. Y pensé: "Pues estoy jo...robado. Porque eso no va a pasar nunca".
     Con mi resignación debajo del brazo me despedí del doctor. Ya no me atrevía ha hacerle la última pregunta, por miedo a su respuesta. Pero me hubiera gustado saber porqué a la ruta que yo hacía le llamaban la ruta del colesterol si allí la gente lo que iba a dejar, más que colesterol, era el tabaco, las cervezas y los mocos... ¿Qué cómo lo sé? Porque grasa no encontré por ningún sitio, pero latas de cerveza, paquetes de tabaco y pañuelos de papel había para llenar un tren... Bueno, tanto como un tren no, pero sí un buen número de bolsas.

viernes, 15 de marzo de 2019

Salvemos el planeta.

"¡Salvemos el planeta!" gritaban miles de personas por las calles de muchas ciudades... "Quiero salvar el planeta", meditaba fray Leyrando mientras paseaba por los pinares próximos al monasterio. Así que cada vez que veía algo que no debería estar en aquel lugar, se agachaba y lo recogía; no podía con todo, pero sabía que más temprano o más tarde volvería a pasar y tendría la oprtunidad de recoger lo que había dejado.
     Al llegar a la celda, recuento; al principio se sorprendía de lo que encontraba, pero a puro de verlo cada día se acostumbró a recoger de todo. Estaba el papel (principalmente pañuelos), los metales de todo tipo (sobre todo latas oxidadas y aplastadas), los paquetes de tabaco y filtros (muchos, demasiados), las latas de aluminio (mayoría las que una vez estuvieron llenas de cerveza), cristal y el premio gordo de los plásticos (era impresionante lo numerosos que eran en algunos lugares)... Lo que tampoco faltaba: cartuchos y hasta un casquillo de bala. El frayle no pudo más que pensar: "Le estamos pegando tantos tiros al planeta que algún día lo vamos a matar... y nos vamos a dar un tiro en el pie que no va a tener remedio..."




miércoles, 6 de marzo de 2019

Relatos 7


     Las semanas iban transcurriendo sin descanso y ya había dado tiempo a que muchos se recolocaran en sus respectivos bandos, que ya se habían bautizado mutuamente: los amarillos eran los que habían ganado las elecciones; los añiles los que no. Luego, en cada zona también quedaron muchos atrapados haciendo como que defendían las ideas con las que no estaban nada de acuerdo; pero la necesidad de salvar la vida les hacía callar las propias.
     La presencia de los milicianos era habitual por las calles de El Sauce. Es más, el pueblo había duplicado su población, ya que muchos se quedaban acogidos en las casas. Mataban el tiempo, si se puede decir así en una guerra y no es políticamente incorrecto, paseando por las calles, ligando con alguna moza o simplemente charlando en corrillos. Para los chavalillos aquello era una gran diversión y un entretenimiento en el que ocupar su tiempo ya que era época de vacaciones y la siega aún no había comenzado.
     Los críos se acercaban a los milicianos y los acribillan a preguntas; molestaban, pedían alguna cosa, querían tocar los fusiles. Uno de los que se ponían más pesados era Valentín, hasta el punto que uno de los milicianos, harto del crío le gritó: "Anda, niño, vete a darle la murga a tu padre". Valentín, que entonces tenía nueve años, miró seriamente a aquel hombre y le espetó sin más: "Ojalá entren en el pueblo los añiles y te peguen un tiro". Sus piernas y su agilidad le valieron para escapar de la furia del miliciano; aunque este, a su vuelta al grupo, no pudo evitar contagiarse de las carcajadas de sus compañeros. Pensó para sus adentros: "Vaya con el crío de los cojones".

CAMPO DE TRABAJO 2020

Quedan meses... casi cinco. Pero las cosas hay que prepararlas con tiempo. Y eso es lo que hacemos. Desde hoy está lanzado el Tercer Camp...